Culture
La Casa de Cultura acoge la exposición que recuerda la figura del pintor avilesino Fernando Wes
06 oct. 2021
La concejala de Cultura y Promoción de Ciudad, Yolanda Alonso, ha inaugurado este miércoles la muestra

Avilés recuerda la figura de uno de sus más destacados artistas del siglo pasado, el pintor y dibujante Fernando Wes. Lo hace con la muestra "La pintura de un dibujante", que se puede visitar en la sala de exposiciones de la Casa de Cultura hasta el 29 de noviembre, de forma gratuita, en horario de 9 a 14 y de 16 a 21 horas, de lunes a sábado, y de 9 a 13 horas los domingos.

La muestra ha sido inaugurada este miércoles 6 en un acto que ha contado con la presencia de la concejala de Cultura y Promoción de Ciudad, Yolanda Alonso, así como de la familia Cima, propietaria de las obras expuestas, y de representantes de la Asociación de Antiguos Alumnos y Profesores del IES Carreño Miranda, acompañados por la directora del centro, Natalia Menéndez.

"La pintura de un dibujante" es una retrospectiva con 24 obras del fallecido creador, en las que detuvo el tiempo en otros tantos rincones de la ciudad, algunos de ellos ya desaparecidos, aunque otros se conservan prácticamente sin cambios. Han sido cedidas para la ocasión por la familia Cima.

Fernando Wes

Nacido en Avilés en 1906 y fallecido en 1987, fue un artista singular en las artes plásticas de la ciudad, que dirigió sus miras con preferencia al campo del dibujo y la ilustración. Formó parte del grupo de artistas auspiciados por José Francés, y desde 1924 participó en la práctica totalidad de las Exposiciones de Artistas Avilesinos o de Artistas Asturianos que, hasta 1934, tuvieron lugar en las convocatorias de la Biblioteca Popular Circulante primero y de la Sociedad de Amigos del Arte de Avilés a continuación.

Bajo la influencia de Manuel Bujados, cuyo estudio madrileño frecuentará, confeccionará las portadas de la revista El Bollo que hizo sucesivamente entre 1925 y 1934, con hondas raíces modernistas. En sus dibujos tiende a maginificar el orientalismo, especialmente en el tratamiento de las figuras de mujeres y sus ropajes.

Hacia 1940 comenzará la larga e inconfundible serie de pinturas en las que capta el ambiente de las calles de Avilés, valiéndose de una economía cromática que se limita, casi exclusivamente, a la utilización del amarillo de Nápoles y la tierra de Siena. Son visiones serenas de rincones avilesinos en los que la figura humana se adivina pero no se ve salvo en muy pocas obras. Sus lienzos se pueblan de arcadas, plazas y lugares en una especie de melodía melancólica compuesta para evocar lo que ya no existe o a lo que, indefectiblemente, intuye que va a cambiar con el paso de los tiempos.

Esta faceta de pintor de lo tradicional le ocupará casi hasta el final de sus días, pero no por ello descuidará otras actividades, especialmente las que tienen como referencia al mundo del teatro, la ilustración de libros y revistas, especialmente la de El Bollo, para la que llega a realizar hasta veintidós portadas, la última precisamente la del año de su fallecimiento.

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