Iglesia de Santo Tomás de Canterbury

 
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La imagen de catedral de la Iglesia de Santo Tomás de Canterbury concita los deseos de modernidad, expansión urbana e incremento demográfico que vivía la antigua villa marinera a finales del siglo XIX, coronando el ensanche burgués de la nueva ciudad.     

A finales del siglo XIX el pequeño templo románico de Sabugo, el viejo barrio marinero de Avilés, se había quedado pequeño para acoger a todos sus feligreses. Toda la ciudad se movilizó para construir un nuevo templo que fuera símbolo del progreso que entonces vivía Avilés: el Ayuntamiento, la burguesía local, incluso los emigrantes avilesinos en Cuba no dudaron en aportar su dinero y su esfuerzo para que el proyecto se hiciera realidad.

Órgano sinfónico: Gracias a la aportación de particulares, empresas y fundaciones, la iglesia posee desde el año 2010 un órgano sinfónico obra del constructor Federico Acitores, el segundo más grande de Asturias, tras el de la Basílica de Covadonga.

Lignum Crucis: Desde que en el año 1953 recibiera, por intercesión del obispo Lauzurica, un fragmento de la reliquia de Lignum Crucis que se conserva en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana (Cantabria), ésta ha pasado a ser el tesoro y el símbolo de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y de la Santa Vera Cruz, que venera desde antiguo a la Virgen en su advocación de Nuestra Señora de la Soledad. La astilla de madera se mostrará en una hornacina de madera de castaño, obra del ebanista Paco Cueva.