

El Conservatorio Municipal Profesional Julián Orbón acogerá este jueves, 27 de noviembre, a las 19.00 horas, una cita de especial significado dentro del centenario del nacimiento del compositor avilesino: una charla-concierto a cargo del guitarrista Armando Orbón, sobrino del músico y uno de los intérpretes que mejor conocen su obra desde dentro.
Armando abrirá la sesión con un recital en el que interpretará el Preludio y Danza que estudió personalmente con su tío en su apartamento de Nueva York, una conexión directa con la memoria creativa del compositor. Al término del concierto, el público podrá intervenir con preguntas y comentarios, en un formato abierto que busca facilitar el encuentro entre obra, historia y legado. La duración aproximada será de entre 60 y 75 minutos.
El programa reunirá piezas de Julián Orbón junto a obras de compositores amigos y contemporáneos con los que mantuvo vínculos artísticos a lo largo de su vida panamericana. Además del Preludio y Danza, Armando interpretará obras de Heitor Villa-Lobos (Choros nº1), Eliseo Grenet (Canción de cuna), Astor Piazzolla (Verano Porteño) y dos piezas de Manuel de Falla (Homenaje pour Le Tombeau de Claude Debussy y Farruca). La inclusión de Falla no solo establece un diálogo sonoro con los universos estéticos que Orbón frecuentó, sino que evoca la profunda admiración que el compositor avilesino profesó al autor gaditano, a quien consideraba un modelo artístico.
Nacido en Avilés el 7 de agosto de 1925, Julián Orbón se trasladó a Cuba a los 15 años para reunirse con su padre, director del Conservatorio Orbón de Ciego de Ávila. Fue en la isla caribeña donde desplegó su etapa más creativa, marcada por la estrecha relación con figuras como Cintio Vitier, Fina García Marruz, Erich Kleiber o Alejo Carpentier, y donde se integró en el movimiento musical panamericano impulsado desde finales de los años treinta. Su sinfonía en do mayor, dirigida por Kleiber en 1946, lo situó desde muy joven en el mapa musical del continente.
Tras el triunfo de la Revolución Cubana, Orbón inició un exilio que lo llevó primero a México, donde impartió clases en el Taller de Composición del Conservatorio Nacional bajo la dirección de Carlos Chávez, y posteriormente a Nueva York, ciudad en la que se estableció de forma definitiva en 1963. Allí mantuvo una intensa actividad creativa y docente, y desarrolló una reputación única entre los compositores procedentes de España, consolidándose como una voz singular dentro del panamericanismo musical.
Figuras como Aaron Copland, Heitor Villa-Lobos o Alejo Carpentier lo consideraron un creador excepcional, capaz de combinar en su obra el sustrato de la música española con una sensibilidad profundamente americana. Una síntesis que se advierte incluso en su aportación más popular, la versión de Guantanamera basada en los Versos Sencillos de José Martí, que alcanzó proyección mundial.
A partir de los años ochenta, Orbón reanudó su contacto con Asturias, lo que supuso un reencuentro emocional con sus raíces. Sus restos reposan desde 1991 en el cementerio de La Carriona, cumpliendo así su último deseo. Su figura ha seguido creciendo desde entonces como uno de los compositores más originales del siglo XX, autor de obras formalmente ambiciosas, a menudo inspiradas en modelos barrocos y clásicos, y de una escritura marcada por la claridad, la tradición y la intuición poética.
La celebración de esta charla-concierto en el Conservatorio Julián Orbón adquiere, por tanto, un sentido doble. Por un lado, como homenaje al creador en el año de su centenario, y por otro, como reconocimiento al propio centro, fundado en 1980 y consolidado como referente en la formación musical reglada en la ciudad. Sus enseñanzas elementales y profesionales han formado a generaciones de intérpretes que hoy continúan el camino que Orbón abrió desde su Avilés natal hacia Cuba, México, Estados Unidos y de vuelta a Asturias.
La visita de Armando Orbón, formado inicialmente en Madrid y posteriormente en Nueva York bajo la influencia directa de su tío, devuelve a Avilés una parte viva de esa historia. Su recital de este jueves no solo evocará la huella artística del compositor, sino también la dimensión humana que sostuvo su obra: familia, exilio, aprendizaje y un firme compromiso con la música como lenguaje común entre continentes.
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