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ALFARERÍA TRADICIONAL DE ESPAÑA: mujer de barro, alfarería femenina

ALFARERÍA TRADICIONAL DE ESPAÑA: mujer de barro, alfarería femenina
Centro Municipal de Arte y Exposiciones (CMAE)
Del 29 de abril al 26 de mayo

El arte de modelar vasijas tiene un origen femenino, enraizado en las primitivas sociedades agrícolas del Neolítico, con la mujer como artífice del aporte instrumental necesario para el desarrollo cotidiano y la subsistencia del hogar.

 

Ola. Santomé (Ourense). Col. Rosa Carballés


Los siguientes cambios socioculturales e industriales que se van produciendo en la evolución de la humanidad originan una alteración del rol, y aquella alfarería femenina de subsistencia muta a oficio jerarquizado con su propia deontología, definido por condicionantes productivos y económicos y capitalizado por el hombre, cuya hegemonía relegó a la alfarera a posiciones testimoniales o, según en qué sociedades rurales subdesarrolladas, a mano de obra explotada por el propio hombre, quien gestionaba el beneficio de la venta de la obra fabricada por la mujer, atribuyéndose incluso su autoría.

Ajuarico. Sorbas (Almería). Col. Museo Os Oleiros - José Mª Kaided


ALFARERÍA TRADICIONAL DE ESPAÑA: mujer de barro, alfarería femenina, explora un aspecto importante en la sociedad española de los dos últimos siglos como es el lugar que ocupó la mujer en una gran variedad de situaciones a lo largo de su ciclo vital en la España de Galdós y Baroja, en un país anquilosado por una mentalidad cerrada y trasnochada que supuso un lastre para su evolución. 

 

Botijo de novia. Col. Enrique Martínez Glera


Una mujer orientada desde la cuna para cumplir el ideal femenino imperante y encorsetado por esquemas y por códigos dictados por los órdenes establecidos, tanto fácticos como jurídicos, políticos, religiosos, educativos o económicos; esquemas que formaban parte del inconsciente colectivo, abocando a la mujer a asumir su destino sin remisión, como una «suerte» natural, desempeñándolo por otra parte con dulzura, sabiduría y coraje con el que sustentar el amor por los suyos, para la que el sacrifico era una parte consustancial en la empresa de vivir y para la que el momento del matrimonio, y luego el de la maternidad, constituían los estadios más importantes de su existencia.

 


Cántaro de novia encordado. Fresno de Cantespino (Segovia). Col. EQUIPO ADOBE

Distribuida por etapas, la exposición recorre el nacimiento e infancia de la mujer, pasando por la educación en la escuela, su mocedad, su condición de novia, de esposa y de madre, o de monja cuando así lo dispuso la fe o las circunstancias personales que empujaron a no pocas mujeres a recogerse o ampararse en conventos o monasterios, sin olvidar su papel como trabajadora fuera del ámbito familiar como alfarera o productora en las locerías fabriles; finalizando el tránsito por la ancianidad, estadio en que atesora tanto vivido y tan duro, haciendo una incursión en el fenómeno que supuso la brujería para la mujer y la cruel y despiadada «caza de brujas» (siempre mujeres), donde el barro vuelve a ser testigo del temor popular hacia el mal.

 

Juguetería. Aranda de Duero (Burgos). Col. Sergio Sabini

Un discurrir por la identidad femenina matizada por las vertientes sociales y culturales de cada región española. Desde los juguetes de las niñas, diminutas piececitas de barro que reproducen fielmente la forma del ajuar doméstico que sus madres utilizaban en la cocina, con las que las infantas emulaban a sus mamás siguiendo el patrón establecido y aprendiendo de paso el camino hacia su destino.

 

Paridera. Úbeda (Jaén). col. Ignacio Martín-Salas Valladares

Quizá una de las piezas más singulares con la que se encuentre el espectador sea la paridera, especie de asiento sin tapa de unos 60 centímetros de altura y con una abertura central, ideada para llenarse de agua muy caliente para que los vapores ayudasen a la dilatación y para facilitar el parto en una posición ergonómica y natural en el propio domicilio.

 

Barreño para la colada. Bonxe. Outeiro de Rei (Lugo). Col. Gerardo Caldas

El espectador que se pase por el Centro Municipal de Arte y Exposiciones (CMAE) descubrirá el cosmos de la mujer a través del barro, contemplando jarras o botijos de ajuar, cántaros de novia o de boda, piezas relacionadas con la protección del hogar o contra las brujas, tostadores de azafrán, chocolateras o frieras canarias, cocios y tablas de barro para lavar la ropa, platos mortuorios de sal que acompañaban a la difunta durante su tránsito a la otra vida, o loza y porcelana magistralmente decorada por trabajadoras fabriles y una exclusiva representación de alfarería femenina salida de ruedas y tornos manejados hábilmente por mujeres.



Tetera. Fábrica San Claudio. Oviedo (Asturias). Col. Olga Jiménez

No dejará de sorprender cómo algunas de las vasijas expuestas se adaptan con mimo a la morfología femenina para un mejor y más cuidado desempeño de su función, y otras que supusieron un imprescindible recurso en momentos críticos, íntimos y personales de cualquier mujer, algunos restringidos por la sociedad de entonces a la intimidad femenil.


 

Lebrillo para baños de asiento posparto. Osuna (Sevilla). Col. Luis Porcuna

Biberón. Bonxe. Outeiro de Rei (Lugo). Col. ANMinvestigación


Sacaleches. Gundivós. Sober (Lugo). Col. Rosa Carballés

Pezoneras. Valladolid. Col. EQUIPO ADOBE

 

Piezas relacionadas con la fertilidad, la maternidad y el parto como parideras, sacaleches, pezoneras y biberones, lebrillos para baños de asiento posparto o bañeritas para el recién nacido, escalfadores para el aseo íntimo tras el alumbramiento, sahumerios e incensarios para purificar el aire en la habitación de la parturienta, sonajeros, amuletos o gánigos ceremoniales canarios con todo su simbolismo.


Tonel. Miranda. Avilés (Asturias). Col. ARH

La exposición ALFARERÍA TRADICIONAL DE ESPAÑA: mujer de barro, alfarería femenina, invita al espectador a realizar un recorrido un camino de barro como son las 130 vasijas antiguas que encontrará en el CMAE, una exclusiva colección de incuestionable valor antropológico, cedidas por varios museos y por los más prestigiosos coleccionistas españoles de esta materia. Con ello, podrá adentrarse en aquella sociedad monolítica y estigmatizada por prejuicios consustanciales que formaron parte del inconsciente colectivo y que encasilló a la mujer de los siglos XIX y XX, sobre todo a la rural, en un arquetipo de segundo nivel, gris y subordinado por criterios y dictámenes patriarcales, cuya existencia, desde el nacimiento hasta la muerte, se vio subyugada por costumbres y creencias ancestrales tal y como cuenta el barro, cronista de su historia.

Ricardo F
Coordinador de las XIV Jornadas de Alfarería

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