El Proyecto Marcela fue un Proyecto Integral de Atención a la Mujer, prioritariamente Víctima de Violencia de Género, enmarcado dentro del Modelo Comunitario de Intervención, que estableció medidas de incorporación social en los itinerarios de empleo, y se sirvió de una coordinación útil y ágil con otros servicios municipales y autonómicos, así como con entidades del Tercer Sector.
Sus Objetivos fueron:
Validar el Acompañamiento de Alta Intensidad como Metodología de elección para la Atención Integral a la Mujer desde los dispositivos de empleo.
Identificar Buenas Prácticas utilizadas en los Itinerarios de Incorporación Sociolaboral de Mujeres con un nivel de Empleabilidad Media-Baja, prioritariamente Víctimas de Violencia de Género.
Visibilizar y diferenciar el Rol Profesional como Técnica de Acompañamiento Laboral, respecto a otros Profesionales (Técnicos Sociales u Orientadores Profesionales) intervinientes.
Evaluar el impacto de los Itinerarios Individualizados de Inserción Sociolaboral con Mujeres vulnerables y/o en riesgo de exclusión social.
Los principales logros que el abordaje integral de las situaciones de las mujeres participantes ha permitido alcanzar son:
La Participación Activa en el proceso de Acompañamiento es en si mismo un indicador de éxito. Sugiere cierta predisposición positiva de la persona al cambio, es claramente motivador para la mujer y permite anticipar un buen resultado.
El éxito mayor del Proyecto Marcela es, como ocurre con el resto de Programas que se ponen en marcha desde la Sección de Formación y Empleo, la Inserción Laboral.
La fortaleza del modelo reside en la Prevención y la Transversalidad. Ambas circunstancias garantizan el ejercicio de Ciudadanía Plena, no vinculada necesariamente al trabajo productivo.
Cada éxito en la consecución de objetivos tiene efecto multiplicador en el entorno. De la visibilización del cambio en cada mujer depende la credibilidad del Proyecto para toda la Comunidad.
Los beneficios para el colectivo concreto que se pretendía priorizar, Víctimas de Violencia de Género, se definen en la Alta Intensidad del proceso de Acompañamiento Laboral y podríamos considerar como conclusiones fundamentales del proyecto que:
Se evitará "cosificar" a las mujeres situándolas en un rol pasivo y establecer "distancias" profesionales con la utilización de roles directivos y/o intimidatorios, especialmente en relación al seguimiento de prestaciones de derecho (RAI VVG), así como al desarrollo de itinerarios como contraprestación (SSB).
Se deben garantizar "espacios" y "tiempos" flexibles de atención, quedando clara la figura de "responsable de caso" y, eventualmente, geolocalizada mientras persista la situación de extrema vulnerabilidad.
Se promoverá todo tipo de contacto (telefónico, correo electrónico, acompañamiento físico...) que genere seguridad sin comprometer autonomía personal para generar vínculo seguro que facilite la relación de ayuda, especialmente, si conlleva la incorporación a Grupos de Mujeres.
La "cuantificación" de resultados en términos de Inserciones Laborales, no será visto única ni necesariamente, como un criterio de éxito en la Intervención.
Es necesario crear "conciencia social" entre los distintos profesionales que trabajan en atención directa con las mujeres y generar una "malla reparadora" con el resto de la sociedad que incluya personas, entidades sociales, instituciones públicas y, por supuesto, empresas privadas.
Carmen Cuevas Gómez es una de las quince mujeres participantes en el proyecto Marcela, plan de capacitación y apoyo para la mejora de la empleabilidad de las mujeres. Hace unos días asistió a la jornada de “testimonios positivos” y ahora quiere compartir las reflexiones que surgieron escuchando esas experiencias de otras mujeres.
Yo puedo con Todo
Hasta hace muy poco tiempo esa era mi verdad, mi guía en la vida…¡Qué equivocada estaba! Nunca me paré a pensar en mí, en mis necesidades, sino que siempre estaban por delante los demás y sus necesidades.
No pedía ayuda porque era síntoma de fracaso y no es así, es muy necesario pedirla. He descubierto en mí hábitos y actitudes que repetía constantemente como si se tratara de una lección aprendida y me he dado cuenta de que estaba en una situación de vulnerabilidad y que necesitaba un cambio, una transformación para conseguir ser la protagonista de mi propia historia, de mi propia vida.
En definitiva, necesitaba ser un ser individual, independiente y con capacidad para decidir. Para poder realizar todos esos cambios necesitaba las herramientas adecuadas, una autoconfianza y seguridad. Me he parado a pensar hacia dónde quiero ir, qué es lo que quiero en la vida y quién quiero ser, y tengo que pelear para conseguirlo. No importa las veces que tropiece y me caiga en el camino, vuelvo a levantarme y lo intento de nuevo.
Otro factor importante es poner límites, porque nos estructura como persona, conforma nuestra identidad. Poner límites es tomar las riendas de nuestra vida, es decir sí a lo que nos gusta y no a lo que no nos gusta. Poner límites es no dejar al final que invadan mi intimidad.
Ahora puedo preguntarme por mis metas y tengo claro que es muy importante para crecer como persona y profesionalmente conocerme a mi misma, saber hacia dónde me dirijo y así poder dar a los demás lo mejor.
Todavía queda mucho camino por andar y mucho qué aprender, pero no importa lo lento que sea, porque al final merecerá la pena. Gracias por pertenecer y formar parte de ese gran proyecto.